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Elcana tenía dos esposas: una era Ana y la otra Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. Entonces Elcana su marido le dijo: “Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué está triste tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?”. (1 Samuel 1:8 LBLA) – Número de diapositiva 1
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Ella, muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente. E hizo voto y dijo: “Oh Señor de los ejércitos, si tú te dignas mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que das un hijo a tu sierva, yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida y nunca pasará navaja sobre su cabeza”. (1 Samuel 1:10–11, LBLA) – Número de diapositiva 2
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Pero Ana hablaba en su corazón, solo sus labios se movían y su voz no se oía. Elí, pues, pensó que estaba ebria. Entonces Elí le dijo: “¿Hasta cuándo estarás embriagada?”... Pero Ana respondió y dijo: “No, señor mío, soy una mujer angustiada en espíritu; no he bebido vino ni licor, sino que he derramado mi alma delante del Señor”. (1 Samuel 1:13-15 (NASB) – Número de diapositiva 3
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...Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y el Señor se acordó de ella. Y a su debido tiempo, después de haber concebido, Ana dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: “Porque se lo he pedido al Señor”. (1 Samuel 1:19b-20, LBLA) – Número de diapositiva 4
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Ana regresó a donde Elí en el tabernáculo de Silo. Y le dijo: “<br/>Por este niño oraba, y el Señor me ha concedido la petición que le hice. Por lo cual yo también lo he dedicado al Señor; todos los días de su vida estará dedicado al Señor. Y adoró allí al Señor. (1 Samuel 1:27-28, LBLA) – Número de diapositiva 5
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Samuel siendo niño, ministraba delante del Señor, usando un efod de lino. Su madre le hacía una túnica pequeña cada año, y se la traía cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. (1 Samuel 2:18-19) la bendición de Elí (1 Samuel 2:20-21) – Número de diapositiva 6
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Samuel creció, y el Señor estaba con él; no dejó sin cumplimiento ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, supo que Samuel había sido confirmado como profeta del Señor. Y el Señor se volvió a aparecer en Silo; porque el Señor se revelaba a Samuel en Silo por la palabra del Señor. (1 Samuel 3:19-21, LBLA) – Número de diapositiva 7
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Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida. Cada año acostumbraba hacer un recorrido por Betel, Gilgal y Mizpa, y juzgaba a Israel en todos estos lugares. Después volvía a Ramá, pues allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel; y edificó allí un altar al Señor. (1 Samuel 7:15-17, LBLA) – Número de diapositiva 8
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Entonces se reunieron todos los ancianos de Israel y fueron a Samuel en Ramá, y le dijeron: “Mira, has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos. Ahora pues, danos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones”. Pero fue desagradable a los ojos de Samuel que dijeran: Danos un rey que nos juzgue. (1 Samuel 8:4-6a, LBLA) – Número de diapositiva 9
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...Y Samuel oró al Señor. Y el Señor dijo a Samuel: “Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan, pues no te han desechado a ti, sino que me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos”. (1 Samuel 8:6b-7) – Número de diapositiva 10
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“Ahora pues, oye su voz. Sin embargo, les advertirás solemnemente y les harás saber el proceder del rey que reinará sobre ellos”. (1 Samuel 8:9, LBLA) La profecía de Dios a través de Samuel les advirtió de las malas consecuencias que podría provocar el tener un rey: (1 Samuel 8:11-18, LBLA) – Número de diapositiva 11
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No obstante, el pueblo rehusó oír la voz de Samuel, y dijeron: “No, sino que habrá rey sobre nosotros, a fin de que seamos como todas las naciones, para que nuestro rey nos juzgue, salga delante de nosotros y dirija nuestras batallas”. (1 Samuel 8:19-20, LBLA) – Número de diapositiva 12
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Samuel fue dirigido a declarar a Saúl (un benjamita) como el primer rey. (1 Samuel 10:20) Y Samuel dijo a todo el pueblo: “¿Veis al que el Señor ha escogido? En verdad que no hay otro como él entre todo el pueblo. Entonces todo el pueblo gritó, y dijo: ¡Viva el rey!” (1 Samuel 10:24) – Número de diapositiva 13
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Samuel dijo a Saúl: “El Señor me envió a que te ungiera por rey sobre su pueblo, sobre Israel; ahora pues, está atento a las palabras del Señor. Así dice el Señor de los ejércitos: Yo castigaré a Amalec por lo que hizo a Israel... Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por completo todo lo que tiene”. (1 Samuel 15:1-2a,3a. LBLA) – Número de diapositiva 14
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En la batalla, Saúl no siguió las instrucciones de Dios que le dijo Samuel. “Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por completo todo lo que tiene, y no te apiades de él; antes bien, da muerte tanto a hombres como a mujeres, a niños como a niños de pecho, a bueyes como a ovejas, a camellos como a asnos”. (1 Samuel 15:3, LBLA) – Número de diapositiva 15
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Después de la batalla, Samuel se reunió con Saúl y le dijo: “¿Qué es este balido de ovejas en mis oídos y el mugido de bueyes que oigo?” Y Saúl respondió: “Los han traído de los amalecitas, porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de los bueyes, para sacrificar al Señor tu Dios...” (1 Samuel 15:14-15a, LBLA) – Número de diapositiva 16
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Y Samuel dijo: “¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio,... Por cuanto has desechado la palabra del Señor, Él también te ha desechado para que no seas rey.” (1 Samuel 15:22a-23b, LBLA) – Número de diapositiva 17
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El Señor ordenó a Samuel que fuera a Belén y ungiera al próximo rey de Israel. Y el Señor dijo: “Levántate, úngele; porque este es”. Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante. (1 Samuel 16:12b-13a, LBLA) – Número de diapositiva 18
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Número de diapositiva 19