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Pablo y Silas en prisión

Pablo y Silas alaban a Dios en prisión y ocurre un terremoto.
Contribución de Sweet Publishing
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Pablo, Silas y Timoteo estaban en Filipo como invitados de Lidia. Un día, mientras se dirigían al lugar de oración, una muchacha esclava que estaba poseída por un demonio, los siguió. Este demonio le daba a la muchacha poderes como adivina y ella ganaba mucho dinero para sus amos. – Número de diapositiva 1
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La muchacha perseguía a Pablo y a los otros gritando:<br/>–¡Estos hombres son sirvientes del Dios Más Alto y han venido a decirles cómo salvarse! – Número de diapositiva 2
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Esto ocurría día tras día hasta que Pablo se exasperó tanto que se dio vuelta y le dijo al demonio dentro de ella:<br/>–Te ordeno en el nombre de Jesucristo que salgas de ella.<br/>Instantáneamente, el demonio la dejó. – Número de diapositiva 3
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Ahora que la muchacha había perdido su poder de adivinar la suerte, las esperanzas de sus amos de ganar dinero se hicieron añicos. Entonces, ellos apresaron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta donde estaban las autoridades del mercado.<br/>–¡La ciudad entera está alborotada debido a estos judíos! –gritaron a los oficiales de la ciudad–. Están enseñando costumbres que son ilegales para que practiquemos los romanos. – Número de diapositiva 4
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Una muchedumbre rápidamente se reunió en contra de Pablo y Silas, y los oficiales de la ciudad ordenaron que fueran desnudados y golpeados con varillas de madera. Después de ser gravemente golpeados, Pablo y Silas fueron llevados a prisión. – Número de diapositiva 5
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El carcelero recibió órdenes de asegurarse de que no escaparan. Entonces, los colocó dentro del calabozo interno y les sujetó los pies con el cepo. Alrededor de la medianoche, Pablo y Silas rezaban y cantaban himnos a Dios, y los otros prisioneros escuchaban. – Número de diapositiva 6
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De pronto, hubo un terremoto masivo y la prisión fue sacudida hasta sus fundamentos. ¡Todas las puertas se abrieron inmediatamente y las cadenas de todos los prisioneros cayeron al suelo! – Número de diapositiva 7
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El carcelero se despertó y vio que las puertas de la prisión estaban abiertas. Asumió que los prisioneros habían escapado así que desenvainó su espada para matarse. Pero Pablo le gritó:<br/>–¡Detente! ¡No te mates! ¡Estamos todos aquí!<br/>El carcelero encendió las luces y corrió hacia el calabozo. Cayó temblando ante Pablo y Silas. Luego, los sacó de allí y les preguntó:<br/>–Señores, ¿qué debo hacer para salvarme? – Número de diapositiva 8
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Ellos respondieron:<br/>–Cree en el Señor Jesús y serás salvado junto con todos los que viven en tu hogar.<br/>Luego, compartieron la palabra del Señor con él y con todos aquellos que vivían en su hogar. – Número de diapositiva 9
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El carcelero los cuidó y les lavó las heridas. Luego, él y todos en su hogar fueron inmediatamente bautizados. Él les dio de comer en su casa y todos en su hogar se regocijaron porque creían en Dios. – Número de diapositiva 10
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A la mañana siguiente, los oficiales de la ciudad dijeron al carcelero:<br/>–¡Libera a estos hombres!<br/>Cuando se enteraron de que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, fueron a la cárcel a disculparse con ellos por la forma en que los trataron. Pablo y Silas se fueron de la prisión y regresaron a la casa de Lidia. Se encontraron con los creyentes y les dieron ánimo antes de dejar la ciudad. – Número de diapositiva 11
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