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Ananías y Safira

Pedro no se deja engañar y los apóstoles siguen dando testimonio.
Contribución de Nadine de Boer
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Un hombre llamado Ananías y su esposa, Safira, vendieron una propiedad con la intención de dársela toda a Dios. Pero decidieron quedarse con una parte y mintieron que habían dado la cantidad total a los Apóstoles. – Número de diapositiva 1
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Pedro dijo: ‘Ananías, ¿por qué has dejado que Satanás llene tu corazón? Mentiste al Espíritu Santo y te quedaste con parte del dinero. La propiedad era tuya para vender o no vender, como quisieras. Y después de venderlo, el dinero también era tuyo para regalarlo. ¿Cómo pudiste hacer una cosa como esta? No nos estabas mintiendo a nosotros sino a Dios.’ – Número de diapositiva 2
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Cuando Ananías escuchó estas palabras, cayó al suelo y murió. Todos los que se enteraron estaban aterrorizados. Unos jóvenes se levantaron, lo envolvieron en una sábana y lo sacaron para enterrarlo. – Número de diapositiva 3
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Unas tres horas después entró su esposa sin saber qué había pasado. Pedro le preguntó: '¿Fue este el precio que tú y tu esposo recibieron por su tierra?'<br/>'Sí', mintió, 'ese era el precio'.<br/>Pedro respondió: '¿Cómo pueden ustedes dos siquiera pensar en conspirar para probar el Espíritu del Señor de esta manera? Los jóvenes que enterraron a tu esposo están justo afuera de la puerta y te sacarán a ti también.’ – Número de diapositiva 4
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Instantáneamente, ella cayó al suelo y murió. Cuando los jóvenes regresaron, la sacaron y la enterraron junto a su esposo. Un gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los demás que escucharon lo que había sucedido. – Número de diapositiva 5
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Los apóstoles estaban realizando muchas señales milagrosas y prodigios entre la gente. Multitudes venían de las aldeas alrededor de Jerusalén, trayendo a sus enfermos y a los poseídos por malos espíritus, y todos fueron sanados. – Número de diapositiva 6
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El sumo sacerdote y sus oficiales, que eran saduceos, se llenaron de celos. Arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel. – Número de diapositiva 7
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Pero un ángel del Señor vino de noche, abrió las puertas de la cárcel y los sacó.<br/>Entonces les dijo: '¡Vayan al Templo y den a la gente este mensaje de vida!' Así que al amanecer entraron los apóstoles en el Templo, como se les dijo, y enseguida se pusieron a enseñar. – Número de diapositiva 8
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Los apóstoles fueron arrestados y llevados ante el sumo consejo, donde el sumo sacerdote los enfrentó. ‘¡Le dimos órdenes estrictas de nunca más enseñar en nombre de este hombre!’, Dijo. ‘¡En cambio, has llenado toda Jerusalén con tus enseñanzas sobre él, y quieres hacernos responsables de su muerte!’ – Número de diapositiva 9
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Pero Pedro y los apóstoles respondieron: ‘Debemos obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana.’ Él continuó diciéndoles que habían matado a Jesús, pero que Dios lo había resucitado de entre los muertos. – Número de diapositiva 10
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Cuando escucharon esto, el consejo supremo se enfureció y decidió matarlos. Pero, un fariseo llamado Gamaliel habló: 'Mi consejo es que suelten a estos hombres. Si están haciendo estas cosas en su propio poder, pronto será derrocado. Pero si es de Dios, no podréis derribarlos. ¡Puede que incluso os encontréis luchando contra Dios!’<br/>Los Apóstoles fueron azotados y liberados. – Número de diapositiva 11
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Los Apóstoles salieron del sumo consejo regocijándose porque Dios los había tenido por dignos de sufrir afrenta por el nombre de Jesús. Todos los días, en el Templo y de casa en casa, continuaron enseñando y predicando este mensaje: ‘Jesús es el Mesías.’ – Número de diapositiva 12
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Número de diapositiva 13