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Una noche de invierno, mientras María estaba sentada calentándose los pies ante el fuego, un ángel de Dios apareció en la puerta. María le miró y apenas susurró: “¿Quién eres?”, —preguntó, con los ojos muy abiertos—. ¡Era la primera vez que veía un ángel!<br/>“No temas, Dios está contento contigo”, dijo el ángel, que se llamaba Gabriel. “Has sido elegida para tener un niño varón. ¡Lo llamarás Yeshua y será el Hijo del Altísimo!”.<br/>“Pero aún no estoy casada”, dijo María, mirando al ángel fijamente. “¿Cómo puedo tener un bebé?”. El ángel miró a María y sonrió: “Dios enviará al Espíritu Santo para darte este niño”.<br/>[¿Sabías que el nombre hebreo de Jesús es Yeshua? Su nombre completo es Yehoshua, que significa “Dios es mi salvación”.] – Número de diapositiva 1
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María frunció el ceño y se rascó la cabeza. No estaba segura de cómo podría suceder lo que el ángel le había anunciado. “¿Recuerdas a tu prima Isabel?”, continuó Gabriel. “Todos sabían que no podía tener hijos pero ahora cumple seis meses de embarazo. ¡Con Dios nada es imposible!”. María se mordió los labios y asintió. “Eso es cierto. Soy servidora de Dios y acepto sus planes”, respondió.<br/>A la mañana siguiente se levantó temprano y fue a ver a su prometido, José. “¿Cómo le diré que voy a tener un bebé?”, se preguntaba mientras caminaba de puntillas por las polvorientas calles camino de la casa de José. Inspirando profundamente, empujó la puerta.<br/>“¡José, José, el ángel Gabriel ha venido a verme!”, exclamó María, mientras José bajaba por la escalera de madera de su cama. “¡Me dijo que Dios está contento conmigo y que no sentir miedo. Dios me ha dado un bebé!”.<br/>José no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Su prometida había hablado con un ángel? ¿Iba a tener un bebé? Tragó saliva nerviosamente y tomó asiento. “Pero María, todavía no estamos casados ¿Cómo es posible?”, susurró. – Número de diapositiva 2
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Nazaret era un pueblo pequeño y José sabía que una noticia así se propagaría rápidamente. No quería que sus vecinos hablaran mal de María. ¿Qué iban a hacer?<br/>Esa noche, José dio muchas vueltas en su cama. Quería hacer lo correcto y cuidar a María, pero ¿y si tuviera que llevarla lejos de allí? “Quizás debería romper nuestro compromiso”, se decía. Pero antes del amanecer, un ángel de Dios se le apareció a José en un sueño. “No temas llevar a María a tu casa como esposa”, dijo el ángel. “El bebé que tendrá ha sido engendrado por el Espíritu Santo”.<br/>Cuando José se despertó hizo lo que el ángel le había indicado: llevó a María a su casa para que fuese su esposa. Estaba listo para confiar en el plan de Dios. – Número de diapositiva 3
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Unos meses más tarde, el emperador romano César Augusto ordenó elaborar un censo. El poderoso Imperio Romano mandaba sobre Judea y el pueblo hebrea estaba obligado a obedecer las leyes de Roma. El César quería saber a quién gobernaba y a quién podría cobrar impuestos. ¡Después de todo, había muchas carreteras por construir!<br/>“Todos deben regresar a su localidad natal y registrarse para un censo”, anunció el César desde su palacio de Roma.”<br/>José era descendiente del Rey David, así que tuvo que viajar hasta Belén, la ciudad donde David había nacido. Belén estaba muy lejos y necesitaban llegar antes de que naciera el bebé. Rápidamente, José hizo que María montase en un burro y emprendieron viaje por una senda polvorienta. – Número de diapositiva 4
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En Belén, los amigos y familiares de José los recibieron con los brazos abiertos. “Shalom, Shalom”, exclamaban mientras María y José recorrían cansados las estrechas callejuelas. “¡Barukh haba! ¡Bienvenidos!”.<br/>José sabía que los días de fiesta señalados por Dios estaban a punto de comenzar y que las casas pronto se llenarían de invitados. “¿Alguien tiene una habitación de sobra?”, preguntaba. Entretanto, los lugareños se asomaban a las ventanas para ver a qué se debía el alboroto.<br/>Los habitantes de Belén eran curiosos y José pronto consiguió que una familia les hospedase. La habitación para los invitados estaba ocupada, así que acomodaron a José y María en el establo junto a los animales. <br/>María sonrió y se acarició el vientre. El bebé iba a llegar pronto y agradecía tener un lugar donde quedarse. Se sentó en el patio, mirando a las mujeres hornear panes en el crepitante fuego. Pronto celebrarían la Fiesta de las Trompetas y tenían mucho trabajo por hacer. María sentía el entusiasmo en la atmósfera. – Número de diapositiva 5
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Pocos días después, María sintió que el bebé daba patadas. “¡Creo que ya está aquí!”, comunicó ansiosamente a las mujeres en el patio”. María nunca había sido madre. ¡No sabía qué esperar! Las mujeres la rodearon, listas para ayudar.<br/>Pronto nació el Mesías. Para mantener al bebé protegido, María lo envolvió con tela y lo colocó cuidadosamente en el pesebre de los animales. José abrazó a María. “Éste es un regalo de Dios”, dijo contemplando a la criatura dormida. Ambos sabían que aquel niño era muy, muy especial. – Número de diapositiva 6
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En unos campos cercanos a Belén, un pequeño grupo de pastores cuidaba de sus ovejas y cabras esa noche. ¡De repente, un ángel de Dios se apareció sobre ellos! Los pastores se cubrieron los rostros y retrocedieron, tropezando con los cardos. ¿Qué estaba haciendo un ángel allí?<br/>“No tengáis miedo”, dijo el ángel. “Os traigo buenas noticias que llenarán de alegría a todos”. Los pastores permanecían sentados entre los cardos, aguantando la respiración, demasiado asustados para moverse o para hablar.<br/>El ángel continuó: “Hoy el Mesías ha nacido en Belén. Lo encontraréis envuelto con telas y acostado en un pesebre”. – Número de diapositiva 7
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De pronto, el cielo quedó iluminado por un ejército de ángeles que alababan a Dios cantando: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz y buena voluntad entre la gente!”.<br/>Cuando los ángeles se marcharon, los pastores sacudieron sus cabezas sorprendidos. “Bueno, ¿a qué estamos esperando?”, se preguntaron unos a otros. “¡Vamos al pueblo a conocer al Mesías!”.<br/>Corrieron hacia Belén y buscaron la pequeña casa de ladrillos de adobe donde se alojaban María y José. El niño estaba profundamente dormido en el pesebre, tal como había anunciado el ángel. Los pastores señalaron al bebé: “¡Un ángel se nos ha aparecido en el campo y nos ha dicho que este niño es el Mesías!”.<br/>Los lugareños se reunieron alrededor de la escena con los ojos muy abiertos. ¡Habían esperado toda su vida para ver al Mesías y ahora finalmente estaba allí! – Número de diapositiva 8
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No muy lejos, existía otro gran y poderoso reino llamado Partia. El imperio parto era tan grande que el rey tenía sacerdotes y nobles llamados magos que le ayudaban a tomar decisiones. Los magos eran muy importantes, tanto que hasta elegían a los reyes de Partia. Los magos también eran astrónomos. Sabían que Dios había escrito sus planes de salvación en los cielos. Todas las noches, los magos estudiaban las estrellas y esperaban una señal que avisara de la llegada del Mesías.<br/>Una noche, una gran señal apareció en la bóveda celeste: “¡Al fin ha llegado!”, exclamó uno de los magos, señalando un punto en mitad de la noche. – Número de diapositiva 9
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Los otros magos se apresuraron y miraron hacia la oscuridad. ¡Aquélla debía de ser la señal a la que el profeta Balaam se refería en las Sagradas Escrituras!<br/>“Esto quiere decir que el salvador de Israel está aquí”, susurraron con los ojos fijos en el firmamento. Sabían que el nacimiento del Mesías era importante para la gente de todo el mundo. “¡Vamos a adorar a nuestro rey recién nacido!”, dijeron.<br/>Pero los magos tendrían que esperar. Eran personalidades importantes y aquél era un viaje peligroso. Se sentaron y planificaron cuidadosamente su aventura. – Número de diapositiva 10
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Meses después, los magos recorrían los caminos pedregosos que conducían a Jerusalén. Era verano y en Judea hacía mucho calor, tanto que parecía un horno gigante. Los ladrones rondaban la campiña, así que los magos estaban contentos de llevar sus soldados consigo. Realmente había sido un viaje largo y peligroso.<br/>Ya en Jerusalén, recorrieron las polvorientas calles al trote mientras preguntaban: “¿Dónde está el rey recién nacido de los judíos? Hemos visto su estrella desde Oriente y venimos a adorarlo”.<br/>La muchedumbre agolpada en los callejones y alrededor de los puestos del mercado se preguntaba tímidamente: “¿De qué hablan estos partos? ¿Por qué están aquí en Jerusalén?”. – Número de diapositiva 11
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El rey Herodes era el gobernador de Judea. Estaba furioso tras oír hablar de un rey recién nacido. “¿Cómo se atreven esos sabios a preguntar por otro rey?”, rugió descargando su puño sobre la mesa. “¡Yo soy el rey de los judíos!”.<br/>Los magos pusieron nervioso al rey Herodes. Partia era un imperio poderoso y los magos eran personajes muy importante. Al César no le agradaría que estallara otra guerra. Mandó a llamar a los sumos sacerdotes y a los maestros de la Torá a su palacio. “¿Dónde se supone que ha nacido este Mesías?”, preguntó Herodes. <br/>“El profeta Miqueas dijo que un rey especial nacería en Belén”, respondieron desenrollando sus pergaminos y mostrándole las Sagradas Escrituras. El rey Herodes se aferró a su trono y entrecerró los ojos. “Id y encontrad a esos magos”, ordenó a sus sirvientes. “¡Cuando lo hagáis, decidles que vengan a verme!” – Número de diapositiva 12
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Los magos llegaron al palacio real y ascendieron los escalones de mármol brillante. “¿Cuándo apareció esa estrella?”, preguntó Herodes inclinándose hacia ellos”. Los magos sabían que el monarca era astuto como un zorro. Se miraron el uno al otro y le contestaron precavidamente.<br/>El rey Herodes tamborileó con sus dedos sobre el trono. “Id a conocer a ese rey recién nacido”, dijo finalmente, agitando su mano en dirección a Belén. “Cuando lo encontréis, hacédmelo saber. Yo también deseo adorarlo”. <br/>Pero el rey no quería adorar a Yeshua: quería matarlo. ¡Herodes creía que solo existía un rey de los judíos y ése era él mismo! – Número de diapositiva 13
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Los magos saltaron sobre sus caballos y contemplaron el cielo. Una estrella brillante titilaba sobre Belén, mostrándoles el camino. “¡Sigamos a esa gran estrella!”, exclamaron emocionados.<br/>En los campos, los pastores quedaban perplejos al ver pasar a los magos. “¿Por qué están los partos aquí?”, se preguntaban. Los soldados les ponían nerviosos. “¿Habrán venido a ver al niño Yeshua?”.<br/>Los magos siguieron la estrella hasta que se detuvo sobre la casa donde se encontraba el niño. Habían recorrido un largo camino desde Partia y estaban deseosos de ver al Mesías. Desmontaron y entraron con ansias. – Número de diapositiva 14
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“¡Alabado sea Dios! Éste es efectivamente el Mesías”, dijeron arrodillándose ante Yeshua. Con manos temblorosas, abrieron sus bolsas y le ofrecieron valiosos regalos: oro, incienso y mirra.<br/>Pero no se quedaron mucho tiempo. Dios les había advertido que no regresaran donde el rey Herodes. En vez de eso, tomaron otro camino y regresaron a Partia tan rápido como se lo permitió el galope de sus corceles. – Número de diapositiva 15
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Esa noche, un ángel de Dios se le apareció a José en sueños: “José, levántate de inmediato y conduce a tu familia a Egipto. Herodes quiere matar a tu hijo. Quédate en Egipto hasta que se te diga que puedes volver”.<br/>José despertó suavemente a María. “Despierta”, le susurró, “Dios quiere que vayamos a Egipto”. María asintió y sintió la incertidumbre en su estómago. ¿Qué había planeado Dios esta vez? Prepararon el equipaje y se escurrieron sigilosamente por las calles hasta salir del pueblo. Egipto quedaba muy lejos, pero sabían que Dios cuidaría de ellos. – Número de diapositiva 16
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El rey Herodes estaba muy enfadado. Caminaba de aquí para allá, agitando su túnica rabiosamente. “¡Cómo se atreven los magos a regresar a Partia!”, rugió mientras apretaba los puños. “¡Me han engañado!”.<br/>Herodes mandó llamar a sus generales. “Id a Belén y matad a todos los varones menores de dos años”, ordenó. “¡Acabad con ese supuesto rey! ¡Quiero que desaparezca!”. Pero ya era demasiado tarde. José y María habían huido a Egipto con el niño. Pasaría mucho tiempo antes de que vieran su tierra natal nuevamente, pero Yeshua ya estaba a salvo. – Número de diapositiva 17
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©Bible Pathway Adventures – Número de diapositiva 18